Según contaba el abuelo, hace muchísimos años unos seres muy extraños habitaban este suelo. Unos cubiertos de pelo, otros, con forma de arbusto pero lo cierto y lo justo de acuerdo a las narraciones, es que sus apariciones producían mucho susto.
Dicen que del tiempo aquel, poco o nada se escribía y era que no se podía, al no existir el papel. Mi abuelo dijo que a él se lo había relatado, uno que había escuchado historias de sus ancestros y hasta los oídos nuestros estos mitos han llegado.
En las tardes campesinas después de cada jornada se reunía la peonada en patios y en cocinas. Y a la luz de parafinas o de rústicos hachones, además de las canciones a son de tiple y guitarra, sorprendían a la barra con temibles narraciones.
Les contaré de momento, algo de La Patasola. mi perro esconde la cola siempre que cuento este cuento. Cada quien tome su asiento y escuche con atención el que sepa una oración debe ponerse a rezar, este cuento ha hecho temblar de miedo a más de un varón.
Bajo el romántico cielo de nuestro viejo Tolima, al abrigo de este clima sobre nuestro fértil suelo, se dió un drama de celo, pasión, intriga y dolor. Un caso conmovedor estremeció estos valles y aun se cuentan detalles de esa tragedia de amor.
Hubo un joven muy apuesto que era pobre pero honrado al que un magnate hacendado de vaquero le dio el puesto. Con su salario modesto vivía sin presunciones, sus precarias condiciones no le daban mucho nombre, pero al hombre cuando es hombre no le faltan tentaciones.
Una mañana de abril en una hacienda vecina, vio una linda campesina que de manera sutil, en su alma juvenil hizo encender la pasión. ¡Una sublime ilusión, que él no había sentido! ¡El flechazo de Cupido perforó su corazón!
Envueltos por la pasión los párvulos se casaron y...
No hay comentarios:
Publicar un comentario