domingo, 17 de mayo de 2020

IDILIO.







           IDILIO.

Dicen que anda por ahí,
que es pícaro y juguetón,
que si se da la ocasión
se mete dentro de ti.
Al dejarlo entrar en mí
la vida se hizo mejor.
Con un beso y una flor
entre verso y poseía
voy diciendo cada día
¡Qué bonito es el amor!

Es pícaro y juguetón,
aparece de repente,
se apodera de la mente
del alma y del corazón.
Es delirio es ilusión,
locura idilio candor.
Es frágil como una flor,
es fuerte como el acero,
es la magia de un te quiero.
¡Qué bonito es el amor!

En el árbol del placer
coseché un fruto tierno,
después de noches de invierno
brilla un lindo amanecer.
Los ojos de una mujer
alumbran mi vida entera.
Bellas flores por doquiera
perfuman en profusión,
siento que a mi corazón
se acerca la primavera.

Batallé para encontrarte
pues tan linda solo hay una
y tuve la gran fortuna
de así como soy gustarte.
Por eso quiero entregarte
sin reservas ni medida,
alma corazón y vida
y en las alas de cupido,
llevarte al Edén perdido
y a la Tierra prometida

India de cara morena,
dueña de mi corazón,
oye esta humilde canción
que armonizo con mi quena.
Eres tú la luna llena,
que por mi cielo pasea.
Nunca renuncio a la idea
de conquistar tu querer,
porque ya no quiero ser
un indio más en tu aldea.

Tal como el rey Salomón
de la Tribu de Judá,
a la reina de Sabá
le cantaba con pasión.
Yo vengo en esta ocasión
exultante de alegría,
con mi humilde poesía
a decírtelo en persona:
aunque no tengas corona,
tú eres la reina mía.

Tú como ángel celestial
te cruzaste en el camino
transformaste mi destino,
hoy todo es fenomenal.
Tu aparición fue crucial
para encontrar la salida.
Generosa y comedida
en abundancia me diste,
del dulce fruto que existe
en el árbol de la vida.

Llegaste sin avisar,
igual que lo hace el ladrón,
llenaste mi corazón,
Invadiste mi pensar.
Bastó solo con mirar
ese par de labios bellos,
tus ojos que mil destellos
hicieron resplandecr
y desde entonces mujer,
ardo de pasión por ellos.

Cierta vez al mar bravío,
tiré confiado el anzuelo.
Y enredada de su pelo,
para regocijo mío,
salió temblando de frío
la más hermosa sirena.
Besé su cara morena,
con mis brazos le di abrigo
y ahora vive conmigo,
en un castillo de arena.

¡Hallé la fragante flor,
que perfumó mi camino!
¡Un ser mágico y divino!
¡Un ángel lleno de amor!
Transmutó con su calor,
mi gélida soledad,
trajo la felicidad
y en el momento preciso,
me convidó al paraíso
de su dulce intimidad.

Qué bonito que me quieras
así como yo te quiero
con cariño verdadero
típico de almas sinceras.
Por florecidas praderas
caminamos de la mano.
¡Bendito amor provinciano
de un hombre y una mujer!
¡Ante tan dulce placer,
el alma canta en el llano!

Llegaste a mi corazón
y ante tu grata presencia,
reverdeció mi existencia
con una nueva ilusión.
Hoy todo es verso y canción,
con tu gracia y tu belleza,
tú, mi adorada princesa,
me hiciste un hombre feliz.
¡Arrancaste de raíz
el dolor y la tristeza!

Qué bonito es adorarte
así como yo te adoro,
cada vez más me enamoro,
qué maravilla es amarte.
No me canso de cantarte
con guitarra y con violín.
Bella flor de mi jardín
aquí está tu jardinero,
el que te dice: te quiero
desde el principio hasta el fin.

Ven aquí paloma mía
que mi cuerpo te reclama,
ven y pósate en mi cama
antes que decline el día.
Ven y bebe la ambrosía
que del arroyo encantado
dulcemente ha destilado,
ya el ánfora está llena,
para ti, diosa morena,
celoso la he conservado.

¡Qué lindo es amanecer
en este rincón del cielo,
acariciando tu pelo
y tú cuerpo de mujer!
¡Cuán delicioso es oler
el perfume de tu almohada,
oír en la madrugada
entre el gorjear de las aves,
arrullos dulces y suaves
de tu voz enamorada!

Llevo tu nombre, María
tatuado en mi corazón,
nos amamos con pasión,
soy tuyo y tú  eres mía.
Al finalizar el día
se ilumina mi bohío.
Con el mormullo del río
la noche se hace más bella.
¡Eres mi luna, mi estrella,
la aurora y el cielo mío!


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